La dama de las profundidades
Un mundo sin océanos
es un mundo sin nosotros
Sylvia Earle
La vida de Sylvia Earle ha estado marcada por su amor a la naturaleza. Sus padres se trasladaron con ella niña de la anodina Nueva Jersey a la Florida exuberante de mares y paisajes. Desde su adolescencia, cada inmersión en el océano le abría a Sylvia un viaje a la aventura, a un mundo aún por descubrir. Conoció a su marido, zoólogo, en las aulas y despachos de la universidad mientras ella estudiaba el mundo de las algas. Recorrió los parques nacionales, a menudo con sus hijos pequeños, hasta tomar una decisión crucial que le cambió la vida: con menos de treinta años se embarcó junto a setenta hombres en una expedición al Índico. Ya después, el proyecto Tektite II concentró sus esfuerzos. Este laboratorio subacuático construido a quince metros bajo la superficie estaba concebido para acoger un experimento singular: sus ocupantes vivirían durante dos semanas en el interior de una cápsula submarina en los mares cercanos a las Islas Vírgenes. Earle capitaneó un equipo de cinco personas, todas ellas mujeres, que permaneció allí durante 15 días. “Buceábamos entre 10 y 12 horas diarias”, recordaba entusiasmada muchos años más tarde.
Y entonces Earle ya no pudo parar. Se sumergió en todas las aguas, nadó entre bancos de peces infinitos, observó de cerca a delfines y tiburones, se amistó con ballenas, vio la luminiscencia de seres abisales, gozó hasta el límite de la emoción más íntima con la vida bullente y multicolor de los arrecifes de coral. Brillante científica y gestora, amén de una de las submarinistas más expertas de la revista National Geographic, contribuyó a divulgar esta riqueza, a compartir el placer de tantas maravillas.
Esta mujer infatigable seguía, con más de ochenta años, en el primer plano de la actualidad. Conocida humorísticamente como Su Profundidad (en contraposición al Su Alteza de los súbditos reales), recibió en 2018 el Premio Princesa de Asturias de la concordia, tres años después de haber extendido a un pedazo de mar de Mallorca su iniciativa Mission Blue, cuyo fin es explorar y conservar el océano en una red mundial de áreas marinas libres de contaminación. Desde su nuevo y magnífico proyecto denunciaba que, aunque el océano cubre más del 70% del planeta, tan solo un 6% está protegido, frente al 15% de los ecosistemas terrestres.
La larga vida de buceos e investigación imbuyó en Earle una nostalgia dolorosa. Cuando, en 2011, regresó a los lugares que frecuentara en su estancia en el Tektite II se encontró un triste erial sumergido, desprovisto de todo. Los otros mares prístinos, embargados de vida, que ella exploró antes que muchos estaban siendo arrasados por una mezcla inicua de sobreexplotación, desidia e ignorancia. Derrames y naufragios de grandes petroleros no eran sino la punta de ese iceberg siniestro. Las islas de basura, su colofón más triste. “El mar se muere”, fue el penoso diagnóstico. Con todo, Sylvia Earle persiste, casi nonagenaria, en su lucha incansable. Y, por supuesto, como rasgo de coherencia interna, en un momento de su vida decidió no probar nunca más un plato de pescado.
- Referencias:
- Como primera referencia se recomienda consultar una semblanza de Sylvia Earle en el artículo web “Sylvia Earle, nuestra esperanza marina” (https://mujeresconciencia.com/2020/09/15/sylvia-earle-nuestra-esperanza-marina/). También es ella la protagonista del artículo de National Geographic “Sylvia Earle, pionera de la exploración submarina” (www.nationalgeographic.com.es/ciencia/sylvia-earle-pionera-exploracion-submarina_14817). El diario El País le dedicó un artículo en 2018 (https://elpais.com/elpais/2018/10/20/buenavida/1540022490_637275.html).