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La científica que surgió del frío


No hay locura de los animales de este mundo que no quede infinitamente superada por la locura de los hombres
Herman Melville

Asesinaballenas, no ballena asesina. Al parecer, el nombre en inglés de la orca, killer whale, procede de un error de traducción. Se cuenta que los balleneros españoles del siglo XVIII dieron el primer apelativo a este delfínido, Orcinus orca, por su afición a matar a ballenas pequeñas o a sus crías para alimentarse. Las orcas, desde luego, son fieros depredadores de peces y calamares, de pingüinos y focas. En la argentina Península Valdés, del Atlántico sur, acechan a manadas de leones marinos asoleándose en las playas y los devoran por decenas, un sangriento espectáculo que atrae a miles de turistas cada año. Las orcas adultas miden en torno a cinco metros y pesan toneladas. En cada hemimandíbula se esculpen alineados hasta catorce dientes, casi todos iguales, rematados en romo. Cazadoras grupales, entre las más temidas del océano, son muy inteligentes y adoptan estrategias y conductas complejas en su pequeña sociedad.

En los anales científicos se refiere la historia de una orca que, en 1987, comenzó a usar como aderezo un salmón muerto, que tuvo a bien colocarse sobre el morro, al modo de un sombrero. El animal fue avistado de tal guisa en el estrecho de Puget, un profundo entrante del Pacífico norteamericano, sobre las costas del estado de Washington. Lo curioso es que, durante más de un mes, otros jóvenes de su estirpe gustaron de imitar esta ocurrencia e impusieron la moda cultural del morro asalmonado. La bizarra costumbre desapareció tal como había llegado.

Las veleidades lúdicas entre los cetáceos son bien conocidas, como saben quienes gustan de visitar los parques zooacuáticos. Tal vez sean los delfines los que más sobresalen. No solo cautivos reproducen e inventan juegos en su acuario para solaz de los pequeños y disgusto de los animalistas (se ha registrado el caso de una cría que exhalaba bocanadas de leche para imitar el humo del cigarrillo de su cuidador). También en libertad. Se sabe de una familia de delfines oscuros cuyos miembros, conocidos surfistas a estela de los barcos, se divertían agarrando por las patas a gaviotas posadas sobre el agua para hundirlas medio metro antes de liberarlas.

En su escuela de caza, las orcas adultas enseñan a las crías cómo desarbolar a sus presas refugiadas en banquisas polares. Si encuentran una foca sobre un hielo inestable, instan a las aprendices a agitar las aguas en su torno para arrojarla al mar. No la devoran de inmediato, sino que esperan a que la víctima se encarame a un nuevo témpano, o incluso allí la depositan ellas mismas, para volverla a derribar. A veces, ballenas jorobadas acuden en auxilio de la foca. Enemigas feroces de las orcas, estas yubartas, como también se las conoce, la rescatan del hielo, la acomodan y equilibran en su lomo, la trasladan a una plataforma segura. Orcas y yubartas se enzarzan a veces en batallas cruentas por mera competencia biológica, sabedoras las ballenas de que sus crías podrían caer algún día entre los dientes de sus grandes rivales. Una guerra sin cuartel a la altura de las que libran leones y guepardos en las sabanas de África.

En la década 2020, una familia de orcas cobró celebridad por su comportamiento errático desde el estrecho de Gibraltar, por las líneas atlánticas, hasta costas gallegas. Cientos de encontronazos, embestidas a veleros que recibieron daños e incluso quedaron a la deriva. El timón solía ser el blanco peor parado, aunque también los cascos sufrieron desperfectos. En la época del atún se acrecentaban los peligros sin que los oceanógrafos pudieran dar ninguna explicación. En Internet, algunos lectores desnortados hablaban de venganza, o de trauma freudiano. Pero otros, más sensatos, veían una conducta de nuevo aprendizaje, tal vez con tintes tan solo juguetones.

Al parecer la orca más adulta, llamada Gladis Blanca, fue la que inició el hábito. Las demás la imitaron, hasta quince en total. Devenidas estrellas famosas de Internet, de las redes sociales, se les asignó un nombre: Gris y Negra, las otras dos mayores, o las recién nacidas a su ritmo, Peque, Matteo, Estrela, Isa, Filambres, Albarracín… La familia de Gladis, machos y hembras, primas y hermanas al cuidado de la mayor de todas, del modelo, iban entrando al retozo del acoso a los barcos.

Quizá el comportamiento de las Gladis obedezca a un impulso sencillo, la mera diversión de unos pícaros por desmontar timones en plena travesura. Entre tanto, a los científicos les preocupaba la mala publicidad de los “ataques” que, unida a la fama funesta de estos cetáceos musculosos, podría derivar en una persecución poco justificada. “Salvad a Gladis”, querrían querer decir con deje cinematográfico. Porque no son ballenas ni asesinas, sino tan solo unos mamíferos que aprenden de la vida a impulsos de un juego imitador.

Referencias:
Laura Camón refiere en El País (“Loros que inventan palabras y orcas con sombrero”, https://elpais.com/ciencia/2023-01-28/loros-que-inventan-palabras-y-orcas-con-sombrero-pueden-ser-creativos-otros-animales.html) conductas creativas, presuntas o constatadas, de distintos animales. Este mismo diario y otras muchas fuentes informaron sobre los “ataques” de una familia de orcas a veleros (“Biografía de Gladis, la orca que rompe veleros y reina en las redes sociales”, de Esther Sánchez, https://elpais.com/clima-y-medio-ambiente/2023-06-03/la-historia-de-gladis-la-orca-que-embiste-barcos-convertida-en-un-meme.html). Sobre el nombre de la orca como asesinaballenas puede consultarse la página en español de Wikipedia (https://es.wikipedia.org/wiki/Orcinus_orca). En “Ataques preventivos”, del divulgador Juan Ignacio Pérez, se ofrecen informaciones sobre el comportamiento colectivo de las orcas y otros cetáceos (https://culturacientifica.com/2016/08/07/ataques-preventivos/#comments). En otro orden de cosas, se recomienda la referencia “¿Podría una orca dar una charla TED?”, editada por Marta Macho y con enlace a una intervención de Karen Bakker (https://mujeresconciencia.com/2023/09/10/podria-una-orca-dar-una-charla-ted/).

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