Animales que cuentan

Contar es la fe de nuestra generación, su esperanza y sus ansias de salvarse
Gertrude Stein

La palabra clave es numerosidad, entendida como la representación mental del tamaño de un conjunto, del número estimado de elementos que contiene. Con un mero vistazo, los humanos nos hacemos idea de si un grupo de objetos, personas u otros seres es más o menos numeroso. Ahora bien, lejos de ser tan solo nuestra, esta capacidad parece compartida por un amplio grupo de animales, acaso casi todos, ya se trate de mamíferos o insectos, de aves o de simples batracios.

Estudios muy recientes en distintas especies corroboran esta idea. En investigaciones reproducibles se ha concluido que las abejas melíferas cuentan puntos de referencia cuando vuelan en pos de las fuentes de néctar para saber regresar a su colmena, que las leonas escuchan y calibran el número de rugidos de una intrusa que ronda su territorio antes de decidir si luchar o huir de la rival, que los lobos sopesan la dimensión de los rebaños para valorar la fuerza de la manada antes de atacar, que algunas hormigas del desierto anotan en su mente diminuta los pasos que dan desde el hormiguero para poder volver, que las arañas estiman el cómputo de presas que han caído en su red. La lista va siendo interminable. Hasta los sapillos de vientre de fuego orientales prefieren probar de un montón de seis piezas de comida antes que de otro de tres.

No se trata, tan solo, de un don de los animales más inteligentes, delfines, perros, équidos o elefantes. Cierto que, en algunos espectáculos de circo de dudosa ralea, se muestra a caballos matemáticos, que completan cálculos sencillos de sumas y de restas contando con pisadas en el suelo. Casi siempre hay un truco, pues deducen la respuesta por claves ocultas que les transmiten sus cuidadores humanos. Pero el escepticismo circense derivado de este engaño no opaca la potestad real de mamíferos, aves, reptiles, anfibios y hasta artrópodos de llevar las cuentas de la realidad que los rodea y concentra su interés.

La clave del misterio parece situarse en el desarrollo de actividad neuronal en la corteza prefrontal de todos estos individuos. Los experimentos en monos, pollitos de gallina, abejas y otras especies han arrojado luz sobre la capacidad animal innata de contar, sumar, restar, no de un modo exacto sino aproximado, hasta el punto de llevarles a elegir la mejor opción para la supervivencia. También aprenden, convenientemente entrenados, a asociar símbolos con cada numerosidad. Por esta vía se ha profundizado incluso en la aptitud de los ejemplares más aptos de aprehender la idea del número cero. En 2021, varios investigadores publicaron en la revista The Journal of Neuroscience un artículo sobre la representación de la numerosidad cero en cuervos carroñeros. Maximilian Kirschhok, Helen Ditz y Andreas Nieder, los firmantes, dieron un paso más y analizaron la capacidad de esta especie de representar en su cerebro el concepto de “nada” como el redondo guarismo. Entrenaron a dos cuervos con distintas numerosidades del 0 al 4 mediante varios conjuntos de estímulos visuales. Una vez adaptadas, las aves realizaron con éxito la tarea de distinguir el significado de todos estos símbolos numéricos en un 80% de las ocasiones. Sus resultados instaban a apuntalar una idea que, en las últimas décadas, ha empezado a asentarse en las convicciones de los biólogos: los principios de la aritmética más elemental, el sentido del número de elementos contables, parecen impresos en el cerebro de una amplia diversidad de especies, no tan solo la humana. Como resume Nieder, “la competencia numérica está presente en casi todas las ramas del árbol de la vida animal”.