Los niños vacuna
La desviación del hombre con respecto al estado en que lo colocó la naturaleza ha demostrado ser una prolífica fuente de enfermedad
Edward Jenner
La plaga del coronavirus SARS-CoV-2 asoló el planeta desde finales de 2019 con muy duras secuelas económicas y sociales. La lucha contra la pandemia dio un gran paso adelante con la aparición de las primeras vacunas específicas, algunas de ellas realmente novedosas al basarse en una tecnología de ARN hasta entonces nunca ensayada de forma masiva con humanos. Estos compuestos, de altos índices de eficacia, habían de conservarse a menos de 60 grados bajo cero durante su almacenamiento. En marzo de 2021 se conoció, como noticia feliz, que pronto podrían guardarse a la simple temperatura de un congelador doméstico, entre –25 y –15 grados.
A principios del siglo XIX otra plaga, aún más mortífera, llagaba los confines de un Imperio español languideciente. A diferencia de la Covid-19, la viruela mataba sobre todo a niños y era causa importante de una alta mortalidad, no solo infantil, en el planeta. Los primeros rastros del virus variólico responsable se han trazado hasta poblaciones humanas de más de diez mil años de antigüedad. La letalidad de la viruela era tal que, en algunas culturas, los infantes no recibían nombre hasta haberla contraído, y superado. Nada detenía a esta maldita peste, y las oraciones y rogativas en los templos para conjurarla no hacían sino ayudar a su propagación y aumentar el número de víctimas.
Tras afligir durante siglos al Viejo Continente, el virus se embarcó a las Américas con los conquistadores y causó el derrumbe de la población. Junto con otros patógenos no menos destructores, un ejército invisible antecedió a las huestes del reino de Castilla y diezmó a los mexicas antes de las batallas de los de Hernán Cortés, descabezó a los incas facilitando la conquista de su imperio, detuvo a los mapuches en su contraataque insuficiente tras la muerte de Pedro de Valdivia. El paso de las décadas no calmaba las ansias de aquel exterminio. Rayando el 1800, el médico Francisco Balmis recabó fondos de la Corona de España, y el rey Carlos IV le otorgó el permiso para una bizarra expedición.
El doctor Balmis se había comprometido a librar el orbe hispano de la plaga. Pocos años atrás Edward Jenner, médico rural inglés, había descubierto una rara inmunidad al mal en las campesinas que ordeñaban a las vacas lecheras. Estas mujeres contraían una forma leve de la enfermedad, la “viruela de vaca”, y quedaban libres de sucumbir en futuras epidemias. Jenner desarrolló un suero con el líquido de las pústulas de las ubres de reses enfermas y lo inoculó en algunos niños. Tal fue la primera vacuna propiamente dicha de la historia.
Balmis quería llevar el suero salvador a las tierras de ultramar bajo yugo español. El problema era que se descompondría y, con el tiempo excesivo de un viaje trasatlántico, perdería su eficacia. En connivencia con la enfermera Isabel Zendal, reclutó a 22 niños, de tres a nueve años, de la Casa de Expósitos de La Coruña, de la Casa de Desamparados de Madrid, del Hospital de la Caridad de Santiago. Entre ellos, el propio hijo de Zendal. A falta de un método mejor, aquellos niños servirían de receptáculos para trasladar la vacuna. Por turnos, se los iba infectando y, cuando desarrollaban la enfermedad, se extraía de ellos un suero renovado.
La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna recorrió durante tres años los territorios ultramarinos españoles. La caravana oceánica infantil consiguió su propósito. El suero salvador fue llevado allende los océanos, y solo uno de los infantes no sobrevivió. Hoy Isabel Zendal ha dado nombre a un hospital de Madrid construido expresamente en tiempos de la pandemia de Covid. Tan solo que, en sus salas, se reciben, despachan e inoculan vacunas novedosas conservadas en los límites de la ultracongelación.
- Referencias:
- “Las plagas de la conquista de América”, un artículo de National Geographic Historia, recuerda la importancia de las enfermedades en la conquista de este continente por los europeos (https://historia.nationalgeographic.com.es/a/plagas-conquista_16259). En la misma colección de historia de National Geographic se habla de “Edward Jenner, probablemente el científico que más vidas ha salvado en la historia (https://historia.nationalgeographic.com.es/a/edward-jenner-probablemente-cientifico-que-mas-vidas-ha-salvado-historia_14242). Emilio Balaguer y Rosa Ballester han narrado con detalle los pormenores de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna (www.aeped.es/sites/default/files/documentos/en_el_nombre_de_los_ninos-completo.pdf).