El gato de Schrödinger
Cuando oigo hablar del gato de Schrödinger, echo mano a mi pistola
Stephen Hawking
Ningún científico que se precie rebatiría hoy que la mecánica cuántica es el modelo más preciso concebido por el hombre para describir la naturaleza física de lo infinitamente pequeño. De esta teoría, surgida en los albores del siglo XX, emanan sin embargo no pocas paradojas en las que se cuestiona la existencia misma de una realidad objetiva. Una de las más conocidas es la propuesta por Erwin Schrödinger en 1937.
Schrödinger ideó un experimento mental tan chocante como cruel. Imaginó a un gato metido dentro de una caja provista de un mecanismo diabólico: una máquina radiactiva que, si emitía una cierta partícula, destapaba un frasco de letal veneno. La máquina tenía una probabilidad del 50% de proyectar la partícula en un tiempo de una hora. De esa forma, transcurrido el plazo, el gato tendría un 50% de probabilidades de seguir vivo y otro 50% de haber perecido emponzoñado.
Para conocer el destino del infeliz animal no tendríamos otro remedio que abrir la caja, para encontrárnoslo o vivo o muerto. El sentido común nos dice que, en el segundo de los casos, habría fenecido un cierto tiempo antes, porque el acto de morir es independiente de que nosotros estemos al corriente de los hechos. Pero la física cuántica no lo entiende así.
El modelo cuántico describe la situación dentro de la caja cerrada como la superposición de dos estados equiprobables: gato vivo (50% de probabilidades) y gato muerto (otro 50%). Y se atreve incluso a decir que, dentro de la caja, el gato está vivo y muerto a la vez. Es solo la decisión del experimentador de abrirla, esto es, de “medir” el fenómeno, lo que modifica el doble estado del gato y obliga a la realidad a decantarse por uno u otro final, ya sea el feliz o el luctuoso.
¿Pero cómo puede un gato estar vivo y muerto al mismo tiempo? Existen varias formas de interpretar la paradoja. Hay quien sostiene que la mecánica cuántica solo es capaz de proporcionar resultados estadísticos pero no de describir casos y situaciones concretos. En en esta incompletitud de la teoría estaría el truco. Pero se ha apuntado otra interpretación altamente seductora: la realidad solo existiría en la medida en que nosotros la percibimos, y fuera de nuestra percepción no hay más que una masa informe de probabilidades que se van perfilando en hechos conforme se cumplen nuestras vidas. Es decir, el gato vive o muere solo desde el momento en que nosotros sabemos si ha sobrevivido o no al experimento. Hasta entonces, su estado permanece en el limbo de las incertidumbres cuánticas.
Algunos llegan todavía más lejos. Supongamos que abrimos la caja y que el gato aparece vivito y coleando. Pues bien, ese es solo uno de los resultados posibles. Pero el otro, el felino muerto, también se ha producido. Lo que sucede es que en ese universo paralelo de gatos envenenados no estaríamos nosotros para descubrirlo.
- Referencias:
- Puede consultarse una exposición clara de esta paradoja en http://www.fisicafundamental.net/misterios/gato.html. El divulgador científico Javier Sampedro la ha abordado en el artículo del diario El País “Hay otros mundos posibles” (http://elpais.com/diario/2010/01/17/sociedad/1263682801_850215.html). Uno de los actuales adalides de la idea del multiverso como interpretación de la física cuántica es Max Tegmark, quien expone ampliamente sus ideas y opiniones en su página personal (http://space.mit.edu/home/tegmark/crazy.html). Es especialmente ilustrativo uno de los artículos enlazados en esta página: “100 Years of Quantum Mysteries” (http://space.mit.edu/home/tegmark/PDF/quantum.pdf), firmado por Tegmark y John Archibald Wheeler. El divulgador Brian Greene se ha cuestionado, en una charla TED, disponible con subtítulos en castellano, si “¿Es nuestro universo el único universo?” (https://www.ted.com/talks/brian_greene_why_is_our_universe_fine_tuned_for_life?language=es). Finalmente, véase la lección TED sobre el gato de Schrödinger (http://ed.ted.com/lessons/schrodinger-s-cat-a-thought-experiment-in-quantum-mechanics-chad-orzel#review) de Chad Orzel.