
Informática y telecomunicaciones
El ENIAC, primer ordenador digital electrónico de la historia puesto en marcha en 1946, tenía cerca de 18.000 válvulas electrónicas, ocupaba 4.000 m2 y pesaba más de 30 toneladas. En cambio, solo hacía 5.000 sumas y 300 multiplicaciones por segundo.En noviembre de 2002, IBM puso en marcha la preparación de los dos ordenadores más rápidos del mundo para su tiempo. Con los nombres de ASCI Purple y Blue Gene/L, ambos alcanzarían una capacidad global superior a la que sumarían las 500 computadoras más potentes que existían hasta entonces. El destino de los ordenadores sería el Departamento de Energía de los Estados Unidos, que abonaría por su construcción 290 millones de dólares.
Aunque el ENIAC fue el primer ordenador digital operativo de la historia, tuvo un precedente en 1939 en un modelo desarrollado por John V. Atanasoff, a quien muchos consideran “inventor” de los modernos equipos electrónicos inteligentes.
En 1981 salió al mercado el primer modelo de PC preparado por IBM con microprocesador de Intel y programa operativo de Microsoft. Veinte años más tarde, usaban aparatos herederos de aquel cerca de 500 millones de personas en todo el mundo.
La primera UCP monochip de la historia fue el modelo Intel 4004, procesador de datos en 4 bits con 2.300 transistores incorporados en una superficie de 10 mm2.
Entre 1995 y 2000, el número de usuarios de Internet a escala mundial se multiplicó por ocho, pasando de 39 a 318 millones de personas. Según las estimaciones del Computer Industry Almanac, esta última cifra se duplicará ampliamente para el año 2005, para superar los 700 millones de usuarios. En 2019, en torno a 4.388 millones de personas utilizaban Internet en el mundo, el 51% de la población mundial.
Según datos de la Cellular Telecommunications Industry Association, en agosto de 2001 había en todo el mundo 500 millones de personas que usaban el teléfono móvil. Con las previsiones de crecimiento del sector se apuntaba a que esta cifra se elevaría a 1.260 millones en 2005. En 2019 se contaban en el mundo más de 5.000 millones de usuarios de móvil y 3.500 millones de personas “enganchadas” a las redes sociales.
Las estadísticas publicadas a mediados de 2022 por Internet World Stats indicaban que había en el mundo 5.473 millones de usuarios de Internet, con unas tasas de penetración muy elocuentes: el 93,4% en América del Norte; el 89,6% en Europa; el 81,8% en Latinoamérica y el Caribe; el 78,9% en Oriente Medio; el 71,5% en Oceanía y Australia; el 67,4% en Asia, y el 46,8% en África. No obstante, el crecimiento en el continente africano cifraba en más del 14.000% en las dos últimas décadas. Como dato relativo, debido a su alta población (el 54,9% de la mundial), por porcentaje, el 53,6% de los usuarios de Internet residían en Asia, frente al 13,7% en Europa y el 6,4% en América del Norte. De ahí el enorme potencial de desarrollo internáutico en el continente asiático.
En mayo y abril de 1997 se enfrentaron en singular partida de ajedrez el campeón mundial, Garri Kaspárov, y el ingenio electrónico de IBM llamado Deep Blue. La máquina, capaz de analizar más de 200.000 millones de posiciones en menos de 3 minutos, derrotó al hombre por un resultado de 3,5 a 2,5 puntos.
Un nuevo duelo entre hombre y máquina, disputado en octubre de 2002 en Bahrein entre el campeón ruso Vladímir Krámnik y el ordenador Deep Fritz, concluyó con empate a 4. El ajedrecista humano desperdició la ventaja inicial que logró en las primeras partidas, apabullado por la potencia de cálculo de su rival electrónico: tres millones de movimientos por segundo, donde a su fuerza bruta se sumaba ya cierta inteligencia algorítmica.
En 2016, la inteligencia artificial traspasó la última barrera en el ámbito de los juegos de mesa. Por primera vez una máquina, llamada Google Deepmind, logró derrotar a un jugador profesional y triple campeón de Europa de go, juego milenario chino y considerado el más complejo de estas formas de entretenimiento.
En los inicios del siglo XXI, la capacidad de miniaturización de los componentes electrónicos parecía no tener fin. En 2002, científicos de la Universidad de Princeton idearon un sistema para multiplicar por cien la densidad de los transistores en las obleas de silicio. Esta técnica, llamada LADI (Laser-Asisted Direct Imprint) y basada en la aplicación de un brevísimo impulso láser para grabar el circuito, permitía crear patrones de 10 nanómetros de diámetro.
En 2002, IBM anunció que había fabricado el transistor más rápido de la historia, capaz de funcionar a 350.000 millones de ciclos por segundo. Esta cifra triplicaba la máxima alcanzada por las tecnologías en vigor. En años sucesivos pareció cumplirse la llamada ley de Moore, según la cual la tecnología electrónica duplicaría su potencia cada 18 meses. Hoy en día, cuando los transistores tienen tamaños inferiores a 10 nanómetros (un nanómetro equivale a la millonésima parte de un milímetro) con transistores de nanotubos de carbono, estos cálculos han quedado totalmente desfasados.
La visionaria declaración de Richard Feynman, quien en 1959 afirmó que todas las palabras que se han escrito en la historia de la humanidad cabrían en un cubo de 0,5 milímetros de lado si se reprodujeran con átomos, lleva camino de no resultar tan utópica. En los inicios del siglo XXI se estaban ya ensayando memorias atómicas de silicio para su uso experimental en ordenadores.
Los virus informáticos y otros programas malignos se han convertido en una verdadera plaga. Al final de la segunda década del siglo XXI, el número de ejemplares de software malicioso se contaba por millones e infectaba a incontables ordenadores en todo el mundo. El más afectado en aquel momento era China, con más del 62% de los ordenadores infectados, seguido por otros países asiáticos como Taiwán (51%) y Turquía (46%). En España, el porcentaje de ordenadores personales infectados se estimaba en un 37%, aproximadamente.