Otros datos y curiosidades
A mediados de agosto del año 2001, el modelo de avión solar Helios, fabricado en los Estados Unidos, alcanzó en una prueba 29,41 km de altura. Con esta marca, el aparato, no tripulado y en fase experimental, superó el récord de altitud en vuelo de propulsión sin cohetes. Como dato comparativo, los aviones comerciales alcanzan un techo de vuelo absoluto comprendido entre 12 y 15 km.El cosmonauta ruso Valeri Poliakov logró el récord de estancia de un ser humano en el espacio, al permanecer en órbita dentro de la estación Mir durante 439 días entre 1994 y 1995. Poliakov falleció en 2022 a los ochenta años de edad.
Según un estudio publicado en 1999 por la Universidad de Kyushu, en Japón, el monte Everest pudo alcanzar en tiempos geológicos pasados más de 15.000 m de altura. Las últimas mediciones situaban su cumbre a 8.848 m sobre el nivel del mar.
Si se consideran las tierras no emergidas, el Everest no es el monte más alto del planeta. El volcán Mauna Loa, en Hawai, alcanza desde su base submarina hasta su cima una altura estimada en más de 9.000 m. Por otra parte, y debido a que la Tierra es un geoide achatado en los polos y no una esfera perfecta, el punto más alejado del centro del planeta en su superficie es el volcán Chimborazo, en el Ecuador, por encima del Everest.
Los estados conocidos de la materia no son tres, sino cinco. A los tradicionales sólido, líquido y gaseoso hay que añadir otros dos, a la luz de los resultados científicos de las últimas décadas: el plasma, formado por átomos gaseosos en estado de ionización, y el condensado de Bose-Einstein, donde toda la materia se comporta como un único superátomo regido por las leyes de la mecánica cuántica. Estos dos últimos se alcanzan a temperaturas extremadamente calientes y extraordinariamente frías.
Desde siempre se han conocido dos formas naturales de las moléculas de carbono: el grafito y el diamante. Sin embargo, en 1985 los investigadores Robert Curl, Richard Smalley y Harold Kroto descubrieron una nueva y curiosa forma estable de este elemento: los fullerenos, semejantes a un balón de fútbol y formados por 60 o más átomos de carbono. Hoy se piensa que estos fullerenos no son una rareza de salón, sino que pueden existir realmente en el Universo de forma natural. A estas se añadió pronto el grafeno, considerada la cuarta forma alotrópica del carbono que se presenta como una estructura hexagonal muy estable extendida al modo de una monocapa de átomos.
Científicos de la alemana Universidad de Bielefield y de la Universidad Técnica de Viena lograron en 2002 “fotografiar” el movimiento de los electrones alrededor de un núcleo atómico utilizando técnicas de láser de rayos X de pulsos ultracortos.
La sonda Pioneer 10 fue lanzada al espacio en 1972 para explorar el Sistema Solar. Treinta años más tarde, aún seguía emitiendo señales hacia la Tierra, cumplida su misión y traspasada en 1983 la última frontera de este sistema, vagando por las inmensidades vacías del medio interestelar en su camino interminable hacia la constelación de Tauro. La última recepción de débiles señales de la sonda se produjo el 27 de abril de 2002. Tras más de cincuenta años de viaje, en 2022 debería encontrarse a más de 18 millones de kilómetros de la Tierra, en dirección a la estrella Aldebarán, a la que podría llegar, si nada lo impide, dentro de unos 1.690 millones de años.
El 13 de septiembre de 2013, la sonda estadounidense Voyager 1 se convirtió en el primer artilugio de fabricación humana que alcanzó el espacio interestelar. La nave había sido lanzada en 1977. Su sucesora Voyager 2, enviada al espacio ese mismo año, alcanzó en noviembre de 2018 el espacio interestelar aún en estado operativo. No obstante, ninguna de las dos había abandonado el Sistema Solar y necesitarían unos tres siglos más para entrar en la nube de Oort. Los datos emitidos por la astronave permitieron ampliar extraordinariamente los conocimientos de la ciencia astronómica.
La isla Fernandina es una auténtica curiosidad geológica. Cono volcánico anexo al Etna, en Sicilia, ha jugado a emerger y sumergirse en el Mediterráneo varias veces en la historia durante los distintos episodios de actividad del volcán. Existió entre los años 264 y 241 a.C., durante las guerras púnicas, y fue tierra firme de nuevo, apenas unos meses, en 1831. En esta fecha se la disputaron agriamente los imperios español y británico, además del reino de las Dos Sicilias. Ante la perspectiva de que pudiera reemerger tras las erupciones del Etna de finales 2002, el gobierno de Italia se curó en salud: envió a unos submarinistas a colocar una bandera italiana en el islote, todavía sumergido.
Según los registros, las mayores olas del mundo pueden alcanzar alturas cercanas a los 25 metros. La villa de Nazaré, en Portugal, a una hora en coche de Lisboa, cuenta con una hermosa y larga playa de arena blanca. Frente a ella se alza, en los días señalados, un verdadero paraíso para los surfistas con olas de semejante envergadura, merced a la presencia en el lugar de un abrupto cañón submarino, con una profundidad que alcanza hasta cinco mil metros. La Polinesia francesa en Tahití y el archipiélago de Hawái son otros destinos preferidos de los practicantes de este deporte.
La mole de El Capitán, en el parque californiano de Yosemite, acoge uno de los retos de escalada más envidiados del mundo: su pared casi vertical se extiende a lo largo de un kilómetro. Con su gran fama y espectacularidad, no es sin embargo la más alta del planeta. El Monte Asgard, en la isla canadiense de Baffin (1.200 metros) y la Torre del Trango, en Pakistán (1.300 metros), la superan en altura e incluso en belleza estética. Aunque la pared vertical más encumbrada, con 1.750 metros, es el Ultevanna, en la región antártica del Queen Maud Land.
La cueva más profunda del mundo se encuentra en Abjasia, república de soberanía discutida, pues se considera independiente aunque oficialmente se integra en la nación de Georgia. En el macizo del Cáucaso, la sima Krúbera-Voronia alcanza una profundidad de al menos 2.200 metros y su exploración ha supuesto un verdadero reto para la espeleología. Ubicada en una zona kárstica, forma parte de un conjunto de grutas muy profundas, repletas de pozos, estrechas gateras, galerías y sifones que han de sortearse con complejas técnicas de espeleobuceo.
El vestigio más antiguo de humanos anatómicamente modernos se ha encontrado en la orilla de lago Langebaan, en Sudáfrica. Corresponde a tres huellas fosilizadas Tiene una antigüedad aproximada de 117.000 años y, según los investigadores, pertenece a una mujer. Por ello, estos rastros han sido bautizados con el nombre de “huellas de Eva”.
Uno de los descubrimientos antropológicos más extraordinarios se produjo en 2004: una nueva especie de homínido, en la isla indonesia de Flores, de estatura sorprendentemente baja. Tanto es así que este Homo floresiensis, u “hombre de Flores”, como fue denominado científicamente, recibió en el ámbito coloquial el apodo de “hobbit”. En abril de 2019 se hizo público el hallazgo de restos fósiles de una nueva especie humana extinta, aún más pequeña que el hombre de Flores, en la isla filipina de Luzón.
Los modernos estudios paleogenéticos han constatado que el genoma del ser humano actual contiene trazas de otras especies extintas con las que convivió el Homo sapiens sapiens en un periodo de su extensión por el mundo. El equipo dirigido por Svante Pääbo, director sueco del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva con sede en Leipzig, Alemania, y Premio Nobel de fisiología o medicina en 2022, determinó que dos especies desaparecidas, los neandertales y los denisovanos, han dejado rastro en el ADN del ser humano actual, como prueba de que los individuos de todas ellas convivieron en el tiempo y tuvieron encuentros sexuales con descendencia fértil.
Un equipo de investigadores distribuido por China, Dinamarca y España logró en 2019 una proeza científica en el marco de la paleoproteómica, al catalogar la antigüedad de restos fósiles (en concreto, un diente) del Gigantopithecus blacki, el mayor primate del que se tiene noticia en la historia terrestre. Este espécimen, de 1,9 millones de años, llegó a medir tres metros y a pesar más de media tonelada. Los gigantopitecos se separaron del linaje que compartían con los orangutanes hace unos 10 millones de años (el humano y el de orangután lo hicieron hace unos 14 millones). Al parecer, los gigantopitecos se extinguieron hace entre 500.000 y 100.000 años, por lo que debieron coincidir con la presencia, hacia el final de ese periodo, de la especie humana de los denisovanos en Asia. No sería la primera vez que la megafauna de mayor tamaño de la historia terrestre desaparece con la diseminación por el planeta de la especie humana.
La medicina tradicional china ha venido usando, al menos desde el siglo XIX, huesos fósiles con peculiares cualidades curativas. Extraídos de cuevas próximas a la aldea de Zhoukoudian, en las proximidades de Pekín, entre ellos se encontraron en 1927 dos dientes de origen homínido en torno a los cuales se anunció el descubrimiento del “hombre de Pekín”, una especie humana primitiva.
Aunque objeto de suspicacias entre los especialistas occidentales, la medicina tradicional china ha hecho notables contribuciones al avance de la ciencia. Así fue reconocido en el Premio Nobel de fisiología o medicina de 2015, otorgado a la china Youyou Tu por sus trabajos con una variedad de ajenjo llamada Artemisia annua que era utilizada en los remedios populares de su tierra de origen. La sustancia llamada artemisina extraída de esta planta abrió una nueva línea de investigación para el tratamiento de la malaria.
Los tres meteoritos que cayeron sobre Groenlandia en tiempos remotos permitieron a sus primitivos habitantes utilizar herramientas de este metal sin necesidad de extraerlo de minas. En 1897, la mayor de estas rocas celestes, de unas 34 toneladas de peso, fue enviada a Nueva York para su estudio. Hoy se exhibe en el Museo de Historia Natural de esta ciudad.
Los cristales más perfectos jamás creados por el hombre nacieron en el espacio. Sus hacedores fueron los astronautas de los transbordadores y las estaciones espaciales. Pero para sus experimentos contaron con una ventaja: las condiciones de microgravedad evitan que el compuesto entre en contacto con las paredes del recipiente donde se fabrica.
Las vitaminas forman parte común del vocabulario del hombre occidental. Sin embargo su nombre obedece a un error. Nombradas por el bioquímico polaco Casimir Funk con el nombre de “vital amina” o “amina vital”, pronto se descubrió que no eran, ni mucho menos, compuestos químicos del grupo de las aminas.
Gracias al esfuerzo de los investigadores, el número de elementos químicos no deja de crecer, por más que se trate de átomos artificiales y altamente inestables: después del último de los actínidos, el lawrencio (símbolo Lw, número atómico 103), se han “fabricado” átomos de otros cuantos nuevos elementos de extrañas denominaciones: rutherfordio (Rf, 104), dubnio (Db, 105), seaborgio (Sg, 106), bohrio (Bh, 107), hassio (Hs, 108), meitnerio (Mt, 109), darmstatio (Ds, 110), roentgenio (Rg, 111), copernicio (Cn, 112), nihonio (Nh, 113), flerovio (Fl, 114), moscovio (Mc, 115), livermorio (Lv, 116), teneso (Ts, 117), oganesón (Og, 118)... La lista continúa.
En esta relación de elementos químicos, muchos de los que un día se creyeron descubiertos perdieron tal cualidad con el avance de la ciencia: el supuesto “didimio”, al que se creía gemelo del lantano, resultó ser una mezcla de dos elementos fundamentales que serían bautizados como praseodimio y neodimio. Tampoco un supuesto “hijo del didimio”, al que se llamó inicialmente decipio, superó la prueba, aunque de su análisis se conoció el samario. Otros elementos “fallidos” engrosan esta engañosa historia de la química: celtio, cosmio, damario, donario, masurio, niponio, norio, pelopio, rusio, etc.
La partícula subatómica con menos masa conocida por la física es el electrón, con 9,1 x 10–31 kg. La masa estimada del neutrino electrónico es varias veces menor en el orden de magnitud, 3,6 x 10–36 kg.
En 2005 se descubrió el planeta extrasolar más pequeño conocido hasta ese momento. Bautizado con el nombre de Gliese 777 c, está situado a unos 52 años-luz de la Tierra en la constelación del Cisne. Se detectó mediante una técnica de velocidad radial y su existencia fue confirmada en 2009. Este descubrimiento fue superado por otro hecho público en 2009 por investigadores adscritos al satélite CoRoT: el exoplaneta CoRoT-Exo-7b, como fue llamado, de tamaño poco superior a la Tierra y una temperatura superficial superior a 1.000 °C, gira en torno a la estrella CoRoT-Exo-7 situada a 489 años-luz de nuestro planeta. Con la mejora de las técnicas astronómicas y el despliegue de telescopios espaciales en órbita se han detectado posteriormente exoplanetas aún más pequeños, Como hecho singular, el planeta GJ 9827d, que orbita alrededor de una estrella enana roja en la constelación de Piscis a una distancia de 97 años-luz, apenas alcanza el doble del tamaño de la Tierra y, descubierto en 2017, se distingue por la presencia de vapor de agua en su atmósfera.
En las profundidades de los océanos se desplazan olas gigantescas, que pueden llegar a alcanzar entre 500 y 1.600 metros de altura. Así se desprende de los estudios de un equipo de científicos de la Universidad de Washington, que publicaron sus resultados en los primeros meses de 2002.
La Tierra gira alrededor de sí misma a 1.609 km/h y viaja por el espacio en su traslación alrededor del Sol a una velocidad aproximada de 107.000 km/h. A su vez, por el giro de la Vía Láctea en torno al centro galáctico, el Sistema Solar y, con él, la Tierra, se desplaza a 792.000 km/h. En nuestro día a día no percibimos estas velocidades, inimaginables a escala humana, porque son constantes y vivimos inmersos en ellas.
Los inviernos en Urano son largos y fríos. Dada su extraña trayectoria, donde los ejes de rotación y traslación son casi perpendiculares, el planeta “rueda” de lado en su viaje alrededor del Sol. Por ello, sus estaciones duran en torno a 21 años y en invierno la temperatura superficial es inferior a 200 ºC bajo cero.
La explosión de un volcán en Krakatoa el 26 de agosto de 1883 hizo volatilizarse gran parte de la isla y provocó olas de más de treinta metros de altura que mataron a decenas de miles de personas. Su onda expansiva fue tal que pudo escucharse en Australia, casi a 5.000 km de distancia. También destruyó la vida en la isla... momentáneamente. Apenas un año después ya había telas de arañas en los recovecos de su devastado suelo.
En su búsqueda de récords de lo imposible, el ser humano ha llegado a límites que parecían fuera de su alcance. En 1960, el coronel de aviación estadounidense Joseph W. Kittinger realizó un salto en paracaídas desde la estratosfera, a 32 kilómetros de altura, en condiciones de falta de oxígeno, débil presión atmosférica y temperaturas de 50 grados bajo cero. Esta marca fue superada por Felix Baumgartner en 2012 desde casi 39 kilómetros de altura y, dos años más tarde, por Alan Eustace, vicepresidente de ingeniería de Google, quien saltó desde más de 41 kilómetros. Aunque alcanzó una velocidad máxima de 1.322 kilómetros por hora, no superó la marca establecida en su salto anterior por Baumgartner, quien alcanzó hasta 1.357 kilómetros por hora en su vuelo desde la estratosfera.
En 2002, un aerogel desarrollado por el Jet Propulsion Laboratory según idea de Steven Jones fue registrado en el Libro de los Guinness como el sólido con menor densidad del mundo. Esta sustancia, perteneciente a la familia de los llamados “humos blancos”, pesaba 3 miligramos por centímetro cúbico. Este hecho, unido a su alta capacidad de resistencia a temperaturas extremas, lo hacía particularmente apta para proyectos espaciales.
Los estudios científicos han determinado que la pelota que viaja a la mayor velocidad punta es el balón de fútbol, que en disparos de especialistas como el brasileño Roberto Carlos o el británico David Beckham alcanza más de 120 kilómetros por hora. El esférico del balompié es también el que tiene mayor capacidad de giro, de hasta 10 revoluciones por segundo.
Los árboles más viejos que se conocen, unos pinos de cono erizado, sobreviven en las Montañas Blancas de California. El más longevo, bautizado con el apropiado nombre de Matusalén, se encuentra en las Montañas Blancas de California. Con más de 4.800 años de antigüedad, su ubicación exacta se mantiene en secreto para protegerlo de los curiosos.
En 2020, el árbol más alto del mundo se ubicaba en Amapá, en el nordeste de Brasil. Se trata de un ejemplar de Dinizia excelsa y, rodeado de un grupo de árboles de su mismo porte, se alza hasta 88 metros del suelo (solo 5 metros por debajo de la Estatua de la Libertad de Nueva York) y se encuentra en la Amazonia brasileña, en el llamado Escudo guayanés.
A otra especie pertenece el ciprés conocido como Zoroastrian Sarv, superviviente en el territorio de Irán desde hace más de 4.000 años. Por su parte, en Gales pervive un tejo majestuoso de casi esta misma edad.
Siguiendo en el mundo vegetal, desde un punto de vista hidráulico los árboles son extraordinarias bombas de energía solar. Un roble mediano bombea hasta su copa hasta 630 litros de agua. El más minúsculo arbolillo puede bombear 50 litros diarios.
La planta con flor más grande del mundo, Rafflesia arnoldii, es también la más nauseabunda. De dimensiones gigantescas (hasta metro de diámetro y más de diez kilogramos de peso), desprende su mal olor para atraer a unas moscas que se alimentan de carroña y que se encargan de polinizarla.
Según la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés), en la Tierra existen en la actualidad 2,12 millones de especies registradas: 1,05 millones de insectos, unas 35.000 de peces, más de 11.000 de aves, más de 11.000 de reptiles y por encima de 6.000 mamíferos. El número de especies de hongos y protistas supera los 141.000, por 110.000 de arácnidos, 80.000 de moluscos y otros 80.000 de crustáceos. Los científicos estiman que el número de especies real existente en la Tierra se sitúa entre 5 y 10 millones, por lo que quedan aún muchas por descubrir.
Las plantas suponen el 82% de la biomasa global. El reino animal suma apenas el 0,4%, de manera que a la especie humana le corresponde en torno al 0,01%.
Las especies silvestres suponen el 4% de los individuos de mamíferos existentes en el planeta; el ser humano conforma el 34%; el 62% restante corresponde al ganado y los animales domésticos controlados por el hombre.
El animal vertebrado más pequeño del planeta es el pez Paedocypris progenetica, hallado en aguas cenagosas de Sumatra (Indonesia) en los primeros años del siglo XXI. Es un ser emparentado con la carpa que mide apenas 7,9 mm (en la hembra madura). El macho alcanza una dimensión de 10,3 mm.
Uno de los animales que más duermen es el koala, entre 18 y 22 horas al día. El ratón y el perezoso, con unas 20 horas, tampoco se quedan atrás. El gato, que arrastra fama de dormilón, no suele llegar a las 14 horas diarias. En cambio, las jirafas duermen únicamente entre 1 y 2 horas al día, en lapsos muy cortos de apenas 7 minutos, siempre sin acostarse.
A escala mundial, se considera que el ser humano tiene una esperanza de vida ligeramente superior a 70 años (si bien, en un porcentaje muy reducido de casos, puede sobrepasar ampliamente el centenar). Como comparación, los chimpancés llegan a vivir unos 50 años, algo menos que los elefantes asiáticos en libertad (60-70 años) o los cocodrilos (70 años). El cóndor de California alcanza los 60 años en libertad, y hasta los 75 en cautividad. En el mismo rango se sitúan las cacatúas y los kakapus.
Las esponjas marinas de la fauna de Ediacara se consideran los animales fósiles más antiguos de la historia terrestre. Según datos publicados en 2009, su presencia en el planeta tiene más de 635 millones de años de antigüedad.
Una de las serpientes más mortíferas es la mamba negra, que mata a 95 de cada 100 personas a las que inocula su veneno. La de mayor tamaño es la anaconda, de la que se han registrado especímenes de más de 9 metros de longitud. Los registros fósiles anotan la existencia, en la selva tropical de Colombia, de una serpiente de 14 metros de largo y 1.250 kilogramos de peso. En el medio marino destaca la serpiente de pico (Enhydrina schistosa) a la que muchos consideran la más venenosa del planeta.
La tortuga gigante de Aldabra bautizada como Jonathan nació en 1832 y en 2023 seguía con vida. Con sus al menos 191 años ha sido considerada el animal terrestre más longevo conocido. Sin embargo, en el medio marino algunos seres superan con creces esta marca. Las esponjas marinas viven miles de años (hasta 11.000, según los registros más extensos); en Islandia, una almeja llamada Ming llegó a los 507 años, y peces como el reloj anaranjado alcanzan los 175. Las ballenas boreales tienen una esperanza de vida próxima a los 200 años. En el extremo opuesto, las hembras de unos dípteros llamados efemerópteras apenas viven cinco minutos, los necesarios para aparearse y desovar. Todo lo anterior se queda en nada si se compara con la especie Turritopsis dohrnii, que ha recibido merecidamente el apelativo de medusa inmortal. No obstante, esta inmortalidad tiene truco: el animal, propio del mar Mediterráneo, regresa a su etapa de inmadurez sexual después de agotada su etapa adulta, por un fenómeno conocido como transdiferenciación.
Entre los insectos sorprende la longevidad de las termitas reinas, con sus 50 años las de esperanza de vida más larga entre los insectos. En comparación, las termitas obreras no pasan de los dos años. Algo semejante sucede entre las hormigas reinas (con casos de hasta 30 años en laboratorio) y las obreras (1-3 años) o los zánganos (unas semanas).
Australia es el país con mayor número de especies de serpientes venenosas: aproximadamente 120. Al menos 20 de ellas son muy peligrosas para el ser humano.
La serpiente más longeva conocida fue un macho de boa constrictor, bautizado con el nombre de Popeye. Murió en el Zoológico de Filadelfia tras vivir 40 años.
El fenómeno de la lluvia de animales es infrecuente, pero no raro. Descrito ya por el latino Plinio el Viejo en el siglo I, ha sido registrado en todas las épocas y latitudes. Peces y ranas son los “bichos” más afectados, aunque se han llegado a registrar lluvias de lagartos. Algunos, atrapados en remolinos y tornados que los elevan hasta la estratosfera, recorren grandes distancias antes de caer a tierra en forma de tan singular precipitación.
En el cuerpo de una persona hay unos 30 billones de células humanas. Sin embargo, el número de células bacterianas que contiene suma 38 billones, aproximadamente. Por ello, algunos microbiólogos proponen que cada ser humano es una especie de arrecife de coral, no un organismo individual sino uno habitado por otros billones de seres que interaccionan entre sí y con la propia persona.
El mayor terremoto registrado en la Tierra durante el siglo XX fue el producido en Chile en 1960, de magnitud 9,5 en la escala de Richter. Causó unos cinco mil muertos. El habido cerca de la costa occidental de Sumatra, Indonesia, en diciembre de 2004, de grado 9,0 en la escala de Richter, fue mucho más destructivo: unas 150.000 personas murieron en las costas de Indonesia, la India, las Maldivas, Malasia, Sri Lanka y Tailandia por la cadena de maremotos (tsunamis) que desencadenó el movimiento sísmico.
El número de movimientos sísmicos al año perceptibles por los instrumentos supera el millón.
Los extremos de temperatura en el hábitat terrestre oscilan entre los 55 ºC registrados en Kebili, Túnez, el 7 de julio de 1931 y los –89,2 ºC medidos el 21 de julio de 1983 en la estación antártica Vostok, entonces perteneciente a la Unión Soviética. En la república rusa de Sajá llegaron a registrarse, en 1892 y en 1933, –68 ºC. En Europa, la temperatura más alta se registró en Siracusa, en la isla italiana de Sicilia, el 11 de agosto de 2021, con 48,8 °C; la más baja, de –58,1 ºC, se registró en la localidad de Ust’ Shchugor, en la Rusia europea, el 31 de diciembre de 1978.
Los desiertos ocupan la quinta parte de la superficie terrestre y reciben al año unos 250 mm de precipitación. Existen en las franjas cálidas, como el Sahara en África, y en las zonas polares del Ártico y el Antártico. El desierto más antiguo existente es el de Atacama, en Chile.
El 14 de agosto de 2021 se superó la marca de temperatura más alta registrada en España, en la localidad de Montoro, en Córdoba, con 47,4 °C. La más baja corresponde a –32 ºC en el Lago Gento, en Lérida, del 2 de febrero de 1956.
La mayor distancia recorrida jamás por un vehículo humano corresponde a la nave espacial Voyager 1, que después de explorar los planetas exteriores del Sistema Solar se hundió en las profundidades del espacio, más allá de Plutón. Esta distancia se ha estimado en unos veintiún mil millones de kilómetros. En 2019, la sonda Voyager 2 se había alejado de la Tierra unos dieciocho mil millones de kilómetros.
El sondeo geológico más profundo realizado hasta la fecha tuvo lugar en 1989 en el llamado Pozo Superprofundo de Kola, o SG-3. Este sondeo se llevó a cabo en la región de Pechenga, en la península rusa de Kola, en la por entonces todavía Unión Soviética. Su objetivo era acceder a las profundidades de la litosfera allí donde tiene lugar la discontinuidad de Mohorovicic, entre la corteza y el manto. Su profundidad es de 12.226 metros.
El lago Baikal, en Rusia, es el de mayor profundidad de la Tierra, con 1.637 metros, y también el de mayor volumen, con 23.600 kilómetros cuadrados. Él solo contiene el 20% del agua superficial del planeta. Con una antigüedad de 25 millones de años, acoge en su seno unas dos mil especies de plantas y animales, entre ellas la nerpa, una foca de agua dulce endémica del lago.
La máxima perforación en el hielo lograda por el hombre se inició en 2001 en la estación científica Kohnen, en Dronning Maud, la Antártida, dirigida por el Instituto Alfred Wegener de Investigación Marina y Polar de Alemania. Alcanzó 2.774 metros de profundidad. Esta cifra fue superada por científicos e ingenieros rusos en 2012 cuando penetraron hasta la superficie del lago subglacial Vostok hasta 3.766 metros de profundidad. El lago era una reliquia geológica que había permanecido sellada durante más de veinte millones de años.
Curiosidades demográficas: el 12 de octubre de 1999 fue declarado por las Naciones Unidas el día de los seis mil millones de personas. Esta cifra suponía que el 10% de la humanidad estaba viva en esa fecha. Dicho de otro modo, se estima que hasta entonces el número de humanos que habían pisado la Tierra era de unos sesenta mil millones. Dos décadas más tarde, la población mundial se estima en cerca de 7.500 millones de personas. Según datos publicados por el World Population Prospects, la población mundial alcanzaría los 8.000 millones de personas el 15 de noviembre de 2022.
Algunos cálculos estiman que, desde su invención, han muerto en accidente de automóvil más de 25 millones de personas.
Para terminar, algunos récords geográficos: la mayor altura terrestre está en el Everest, con 8.848 m; la máxima depresión, en el mar Muerto, a 395 m por debajo del mar; la más profunda fosa oceánica es la de las Marianas, de 11.022 m; la mayor cascada, el Salto del Ángel, en Venezuela, de 979 m, y el río más largo del planeta, el Nilo, tiene 6.650 km. Por su parte, el sistema de cuevas más largo del mundo se sitúa en los Estados Unidos, cerca de la localidad de Brownsville, en el estado de Kentucky: la formación Mammoth se extiende por un laberinto subterráneo de piedra caliza durante al menos 685 kilómetros.
... Y algunos récords de construcciones humanas. A su conclusión en julio de 2012, la obra hidráulica más grande del mundo era la presa de las Tres Gargantas en China, sobre el río Yang-tsé: alcanzó una altura de 185 metros y una capacidad de embalse de 39.300 millones de metros cúbicos. En 2010 se construyó el edificio más elevado del mundo, el Burj Jalifa, levantado en Dubái, Emiratos Árabes Unidos, con 828 metros y 163 plantas; el segundo, el Merdeka 118, en Kuala Lumpur, tiene 679 metros y 118 plantas; los siguen en la lista la Torre de Shanghái, el Abraj Al Bait en La Meca, el Ping An Finance Center en la provincia china de Guangdong, la Lotte World Tower de Seúl y el One World Trade Center de Nueva York en el enclave donde estuvieron las Torres Gemelas. A finales de 2004 se inauguró el viaducto de Millau, en Francia, entre París y el sudeste mediterráneo: con 343 m de altura y una longitud de 2,5 km, pasó a ser el puente más alto del mundo. Esta marca fue superada en los años siguientes por varios viaductos construidos en China: Duge (565 metros), Sidu (496 metros), Puli (485 metros), Jin’an (461 metros), Yachi (434 metros) y Qingshui (406 metros). El siguiente, primero no chino, pasó a ser el tendido sobre la garganta de Hegigio, en Papúa Nueva Guinea (393 metros), junto con el Baluarte, con 402,6 metros, entre los estados mexicanos de Durango y Sinaloa, sobre la Sierra Madre Occidental.